La Canciller alemana Angela Merkel, “no se da cuenta de lo que está haciendo” con su cada vez más discutida política europea. Es algo más que un problema alemán: Europa carece de dirigentes de talla, tanto al frente de sus naciones, como en las instituciones europeas, gente con una visión amplia de la situación. Lo dice el ex canciller alemán Helmut Schmidt, de 91 años de edad, el político alemán vivo más respetado en este país.
Al problema de la autonomía de la banca y de la general supremacía de lo económico-financiero sobre lo político, se suma la pobreza de la clase política. “No hay gente en los altos cargos de los estados nacionales o de las instituciones de la UE con una visión adecuada de las cuestiones nacionales e internacionales y con una motivación suficiente”, dice. Una excepción es el primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, que está pidiendo a gritos estos días una reforma del Banco Central Europeo sin que se le haga mucho caso, “pero su país es demasiado pequeño para jugar un papel importante”, dice Schmidt.
Pigmeos en Bruselas
Desde mediados de los noventa han pasado muchas cosas, afirma el político alemán; “la especulación mundial, la globalización de los mercados financieros y de capitales, los instrumentos financieros. Fracasó el proyecto de Constitución europea. Ahora tenemos el complejo Tratado de Lisboa, pero faltan personalidades que lo conduzcan”. Jacques Delors fue una figura muy importante como Presidente de la Comisión Europea, dice Schmidt, pero “sus sucesores son personajes sin nombre: ¿Cómo se llama el Presidente del Consejo Europeo? ¿Van Rompuy?”, ironiza Schmidt. “Si, tiene una seudo ministra de Exteriores, una señora británica, cuyo nombre no es necesario conocer. Lo mismo ocurre con el Parlamento Europeo. La única figura que sobresale, es la del presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet. No estoy seguro de lo fuerte que es en el BCE, pero por lo que veo, hasta ahora no ha cometido errores importantes”, dice.
La Vanguardia
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